“No había que ser un genio para saber que se iba a disparar la coca”

Daniel Wiesner, un economista de la Universidad de los Andes y beneficiario de COLFUTURO, realizó una investigación que demuestra que el anuncio prematuro del punto acordado sobre drogas en la Habana, sin que el Gobierno contara con un inventario de quiénes tenían sembrada la coca y dónde, creó unos incentivos perversos que llevaron a que los cocaleros en las zonas controladas por las Farc sembraran más matas con la expectativa de recibir el subsidio pactado.

Una entrevista realizada en alianza con La Silla Vacía.

A cinco años de firmado el Acuerdo de Paz, la disparada de las hectáreas de coca en el país sigue siendo su mayor sombra y uno de los argumentos centrales de quienes critican lo pactado con las Farc.

Daniel Wiesner, un economista de la Universidad de los Andes, realizó una investigación con Juan Felipe Ladino y Santiago Saavedra que demuestra que el anuncio prematuro del punto acordado sobre drogas en la Habana, sin que el Gobierno contara con un inventario de quiénes tenían sembrada la coca y dónde, creó unos incentivos perversos que llevaron a que los cocaleros en las zonas controladas por las Farc sembraran más matas con la expectativa de recibir el subsidio pactado.

Wiesner tiene una trayectoria atípica. Aunque arrancó como muchos economistas uniandinos trabajando en Fedesarrollo, realizó una maestría en Historia en el London School of Economics (LSE). Se fue con una beca crédito que le dio Colfuturo, que tenía un convenio con el LSE.

Años después de trabajar en los Andes, en Fedesarrollo y en la Fundación Ideas para la Paz, volvió a Londres a trabajar como analista de datos de una empresa de finanzas y tecnología.

Allá aprendió técnicas más avanzadas de programación, análisis de datos y aprendizaje automatizado que ahora aplica desde su propia empresa de consultoría en temas de desarrollo, C-Análisis. Una subsidiaria de esta consultora, Vere-Data, ofrece el servicio de análisis de información a nivel de las veredas, algo muy útil para analizar desde el problema de tierras hasta el de drogas.

Precisamente utilizando esa información a nivel veredal y una metodología que se llama “diferencias en diferencias” —que emula los estudios de medicina con un grupo de control— analizó el impacto del programa de sustitución de drogas creado en el Acuerdo de Paz (Pnis), cuyos resultados publicó en la prestigiosa revista Journal of Public Economics.

La Silla Vacía lo entrevistó para hablar sobre esta investigación.

La Silla Vacía: Mucha gente cree que no funcionó el Acuerdo de Paz porque se disparó la coca. Su estudio da elementos para entender qué pasó.

Daniel Wiesner: En 2014, las Farc y el Gobierno anunciaron la política de drogas que habían acordado. Y logramos probar que las Farc llevó la información al territorio sobre lo acordado antes que otros grupos armados, porque tenía parte de su comandancia en La Habana; información sobre la política y gente en el territorio.

Ese anuncio prematuro llevó a la gente a sembrar más en los sitios donde había Farc. Usando unas bases de datos de presencia de grupos armados entre municipios, llegamos a un nivel muy alto de rigurosidad en términos de poder descartar todo lo demás para probar esta hipótesis.

La Silla Vacía: ¿No era obvio que eso iba a pasar si lo anunciaban antes?

Daniel Wiesner: Yo no soy experto en las negociaciones de La Habana y como era un tema secreto, es poco lo que uno puede saber. Es más de oídas lo que yo te voy a decir: como se demoraban tanto en cada punto, la lógica era siempre, cuando se cerraba algo grande, anunciarlo. Eso se hace pensando en una audiencia nacional, de las personas que están en el debate político y en el debate público de los medios que estaban esperando resultados. Yo creo que nunca pensaron que hacer eso podía tener un impacto en el comportamiento de los cocaleros, que eran la población objetivo de esas medidas.

"Como se hizo una política pública que era enfocada en los individuos, se requería haber sabido quiénes tenían coca y quiénes no en una vereda determinada".

Pero el problema realmente no es haberlo anunciado antes, el problema es no haber registrado quién tenía coca antes del anuncio. Porque si uno no sabe quién tenía coca, entonces la gente siembra para entrar al programa.

La Silla Vacía: ¿Por qué no sabían quién tenía coca si llevamos años haciendo mediciones anuales de coca?

Daniel Wiesner: Porque los sistemas de monitoreo de coca en Colombia son muy malos. Es un trabajo difícil de hacer. Ahora hay fuentes semi públicas que tienen imágenes satelitales de tres metros de píxel cada 24 horas, pero en 2014 se hacía con los satélites Landsat de la Nasa, que existen desde los años setenta y que toman fotos cada 45 días. Si el día que pasó el satélite está nublado, te toca esperar a la siguiente toma.

El Simci —que es el sistema de monitoreo de cultivos ilícitos que financia el Estado colombiano pero que funciona en la ONU— usaba esas imágenes de Landsat, que son muy viejas y muy malas. La resolución es de 30 metros por píxel, entonces lo que se ve son unos cuadros de colores; ese análisis lo complementan con una técnica de hacer sobrevuelos para verificar los patrones de las fotos, tratan de verificar desde los aviones si hay coca o no hay coca en un sitio, si los supuestos y las tendencias que están identificando son correctos.

"En el fondo, el problema es uno de los grandes problemas de Colombia y es que no hay Estado en el territorio".

Eso le permite a uno saber si estamos hablando de cien mil hectáreas o de 150 mil, pero no funciona para saber si Juan Varela en la vereda “tal” en el municipio “x” tiene coca.

Y como se hizo una política pública que era enfocada en los individuos, se requería haber sabido quiénes tenían coca y quiénes no en una vereda determinada.

La Silla Vacía:  Es decir, no había un inventario de quién tenía coca y quién podría ser potencial beneficiario de este programa.

Daniel Weisner: No, no existía. Eso se hizo después, cuando empezó la inscripción al programa, que fue ya dos años después de haberlo anunciado. Se hizo a través de una cosa que se llama la cartografía social, que consistía en que se sentaban los señores del Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito (Pnis) con los líderes de los núcleos veredales y con unas fotos de reconocimiento aéreo más detalladas y decían: “Oiga, ¿esto es coca? ¿Esto de quién es? Esto es de Juan”. Y van haciendo una cartografía conversada con la gente de cada vereda.

Yo hice trabajo de campo en muchos municipios y vi reportes de personas que llegaban de Villavicencio, de otras ciudades, a inscribirse al Pnis, de gente que no vivía en las veredas y recibía plata. Eso pasó porque no existía un control previo. En el fondo, el problema es uno de los grandes problemas de Colombia y es que no hay Estado en el territorio. En esas veredas nadie sabe qué pasa, nadie sabe cómo funciona la comunidad.

Entonces, haber entrado con una política que tenía como objetivo el individuo generaba ese problema. Como no se podía saber quién tenía y quién no tenía coca antes del anuncio del programa, todo el mundo empezó a sembrar.

La Silla Vacía: Las Farc sí sabían qué pasaba en sus territorios.

Daniel Weisner: Las Farc eran la autoridad de facto en el territorio y sabían muy bien quién vivía en dónde y quién tenía qué. Las Farc incluso en algunos territorios tenía políticas de siembra de coca y le decían a los campesinos que podían sembrar un tercio de coca, un tercio de pancoger y un tercio de un cultivo comercial como cacao, café, palma. Ellos sí tenían un control territorial mucho más fuerte.

Lee la entrevista completa en La Silla Vacía.